martes, 16 de octubre de 2012

Desgana.

Balada del mal genio (M.Benedetti) 
Hay días en que siento una desgana
de mí, de ti, de todo lo que insiste en creerse
y me hallo solidariamente cretino
apto para que en mí vacilen los rencores
y nada me parezca un aceptable augurio.

Días en que abro el diario con el corazón en la boca
como si aguardara de veras que mi nombre
fuera a aparecer en los avisos fúnebres
seguido de la nómina de parientes y amigos
y de todo indócil personal a mis órdenes.

Hay días que ni siquiera son oscuros
días en que pierdo el rastro de mi pena
y resuelvo las palabras cruzadas
con una rabia hecha para otra ocasión
digamos, por ejemplo, para noches de insomnio.

Días en que uno sabe que hace mucho era bueno
bah tal vez no hace tanto que salía la luna
limpia como después de jabón perfumado
y aquello si era auténtica melancolía
y no este malsano, dulce aburrimiento.

Bueno, esta balada sólo es para avisarte
que en esos pocos días no me tomes en cuenta.

Poco que añadir a lo que Benedetti decía. Que hay días, como hoy, en que nada me parece un aceptable augurio de que todo comienza a mejorar, de que quizás algún día por fin me necesitarás. Días en los que pierdo el rastro de mi pena, de mi ira y de mi frustración entre frases inconexas y un alfabeto extraño. Días en que no sabes hace cuánto que no te paras a mirar la luna, o a admirar cómo la noche cae sobre esa calle mil veces pisada, mil veces llorada, mil veces disfrutada. Días en que el aburrimiento y la rabia se confunden y se alimentan el uno al otro, llenos de pronombres recíprocos y reflexionan si fue antes el huevo o la gallina. Días que agradecería que no me tomasen en cuenta e ignorasen mis constantes quejas.
Porque ya llegarán días mejores, aunque aún no vea el aceptable augurio de ello.

viernes, 12 de octubre de 2012

Un Aleph cualquiera.


Quizás desde siempre supe que yo no era sólo Beatriz, sino que algún día sería Helena, con h y Grecia. Y la V podría ser Viterbo.
Quizás algún día sea esa imagen repetida mil veces, ya sin color ni sentido, a la que alguien no se resigna a olvidar y visita en cada aniversario mi casa sólo para mirar y no olvidar ese catálogo de recuerdos.
Quizás nunca haya persona alguna que vea cómo van perdiendo color mis fotografías. Sin embargo, yo sueño con ese día en que alguien encuentre el Aleph y entre la infinidad del universo, recuerde unos ojos que ahora miran solos cómo el tiempo pasa.
Aunque, quizás hoy no sea Helena y la V sea de Vera.