miércoles, 14 de noviembre de 2012

Ahora

Y ahora podría contar los metros que me separan del suelo cada vez que sus palabras me llegan; ahora podría hablar sobre el cosquilleo que me produce hundir mi mano en su pelo; ahora podría enumerar cada pliegue de sus labios cuando sonríe o me besa.
Pero no lo haré, porque mis pies no rozan tierra firme y mi mano hormiguea sólo con escribir su nombre que ama a los caballos.