viernes, 22 de julio de 2011

Castillo de cartas

Frágil, era tan enorme que impedía ver la realidad, las cuatro paredes que en realidad me rodeaban. Y apenas un soplo ha bastado para que se derrumbase entero, el castillo de cartas que tanto había costado construir. Ahora ya sólo quedan naipes por el suelo, a la espera de que me levante, los recoja y los vuelva a guardar, ordenados en su cárcel de cartón, hasta que algún día, por aburrimiento o por gusto, vuelva a abrir la cajita e iniciar la construcción de otro castillo de cartas.

1 comentario:

  1. Supongo que más que tener el castillo, lo que gusta es construirlo, ¿no?

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