viernes, 22 de noviembre de 2013

Pero afortunadamente sigues.

Sin ti los versos sufren resolución espondaica,
sin ti la Hélade no sería más que piedras,
sin ti las η jonias seguirían siendo α,
sin ti Atenea cerraría los ojos de lechuza,
sin ti ninguna región habría acogido el parto de Leto,
sin ti Zeus ya no llovería,
sin ti se acaban los alargamientos compensatorios,
sin ti mis rodillas no se doblarían nunca,
sin ti no tendría acusativo de relación,
sin ti Odiseo sería almuerzo de Polifemo,
sin ti los aoristos dejarían de ser gnómicos,
sin ti no cantaría la musa la cólera del pelida Aquiles,
sin ti no existiría el optativo de deseo,
sin ti nadie llegaría a las Islas de los Bienaventurados,
sin ti se lesionarían todos los esbeltos tobillos,
sin ti Homero leería con ictus la Ilíada,
sin ti no vocalizarían las sonantes,
sin ti los pueblos indoeuropeos nunca llegan a ser griegos,
sin ti nunca añadiría sufijo superlativo,

sin ti las lenguas muertas no vuelven nunca a la vida.

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