Todo va bien sin lugar mientras tienes unos ojos sinceros por bandera.
Pero en algún momento esos ojos se cierran, se dan la vuelta y se van, dejándote de nuevo en un precipicio que no es tuyo, ni mío, con miles de caminos sin salida a tus espaldas y sólo oscuridad ante tu vista.
Todo iba bien sin lugar mientras tuve tus ojos sinceros por bandera.
Y ahora me quedo sin lugar ni miradas que defender ni orgullo ni ataduras. Aterradora libertad la de saber que no tienes nada que perder y una vida que arriesgar.
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