sábado, 15 de septiembre de 2012

Reflexiones apátridas.

Sin lugar no hay ataduras, sin lugar no hay orgullo ni soberbia.
Todo va bien sin lugar mientras tienes unos ojos sinceros por bandera.
Pero en algún momento esos ojos se cierran, se dan la vuelta y se van, dejándote de nuevo en un precipicio que no es tuyo, ni mío, con miles de caminos sin salida a tus espaldas y sólo oscuridad ante tu vista.
Todo iba bien sin lugar mientras tuve tus ojos sinceros por bandera.
Y ahora me quedo sin lugar ni miradas que defender ni orgullo ni ataduras. Aterradora libertad la de saber que no tienes nada que perder y una vida que arriesgar.

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