miércoles, 5 de marzo de 2014

En defensa de lo indefendible*

*Indefendible porque no habría de ser defendido, porque no es reprobable, no porque sea ilícito hacerlo

Volver implica recordar, como siempre, a aquellos que repitieron esa frase, tan a gusto de la sociedad actual '¿de letras tú? pero si valías...', y que más tarde me felicitaron 'por los éxitos obtenidos y el orgullo que suponía haber sido parte'. Esta hipocresía, también muy a gusto de la sociedad actual. A quién no se le llena la boca al hablar de Homero o de Tucídides o de cualquier otro de mis clásicos, pero quién de ellos ha tenido el valor, la perspectiva, la paciencia y el cariño necesarios para acercarse a ellos, entenderlos y aprender a discernir en qué reside su grandeza y cuáles son (porque haberlos haylos) sus defectos. Pues ya os digo, que desgraciadamente, son pocos los que se atreven a leerlos y menos aún los que se atreven a reconocer su incomprensión hacia esos grandes textos. Asumen la grandeza que le han dado los siglos ha tenido razón de ser. También asumen que esas citas que acostumbran ellos a repetir se dijeron de ese modo y (faltaría más) venían perfectamente a cuento con lo que ellos pretenden trasmitir.
Que sí, que esto no es nuevo, que bienvenida al mundo, que nada nuevo bajo el sol, que no voy a cambiar a este tipo de gente. Pero en algún sitio tengo que descargar la frustración y heme aquí.
Sobre todo al ver menospreciada en todos los ámbitos a 'las letras', eso que para 'los de ciencias' es casi un insulto, porque es ir 'a lo fácil'. Parecen olvidar que esas 'letras' constituyen el origen de sus 'ciencias' y que el lenguaje y el entendimiento de sus estructuras requieren la misma capacidad analítica que se usa en los problemas matemáticos, por poner un ejemplo. Ambos procesos requieren la memorización de una fórmula (¿no es eso aprenderte un paradigma de flexión o una ley fonética?) y aplicarla a casos concretos (¿no es eso lo que nos hace interpretar y poder traducir una frase?). Pero, Dios me perdone por ello, en mi caso, los números siempre me parecieron vacíos y las palabras, tan hermosas, tan llenas de un contenido, como si tuviesen alma propia.
No olvidemos, asimismo, que la filología no se limita a estudiar las lenguas y sus mecanismos, así en abstracto. Sino que también hace caso a la literatura. Por supuesto esta requiere algo más: no basta con saber la lengua en que se escribieron, no basta con entender cada frase y cada sintagma, hay que entenderla en el contexto histórico (social, político, económico e incluso biográfico del autor) y añadámosle de paso, que uno no escribe así, tal cual, sino que le da por poner figuras retóricas, usar arcaísmos, adaptarse a una métrica... (Y ahí es cuando las traducciones fallan, porque cada una decide reflejar uno de esos aspectos en detrimento del resto). En resumen, que si a mí me resultan más o menos fáciles es porque le pongo más o menos ganas y, según el día, me apetece más o menos. Pero que no, que no son más fáciles que las 'ciencias', ni más difíciles. Que ya me gustaría ver a más de uno y más de dos intentando comprender a Solón (de cuyo contenido me encantaría escribir próximamente), igual que yo me las vería y desearía frente a una operación matemática un pelín compleja.
Y ya puestos, me encantaría saber qué es lo que les hace decir que 'es lo fácil' y a mirarnos por encima del hombro. Que yo sepa, tan humanos nos hace ser capaces de crear una bombilla, por ejemplo, como de crear una composición poética (¡y que además perdure a través de los siglos, transmitiendo unos ideales y sentimientos que conmueven tanto tiempo después!).
Pero no, no se puede defender lo que yo amo, porque ¿para qué? Se vuelven a olvidar ellos de que la pregunta es '¿por qué?'

2 comentarios:

  1. Puedo estar aplaudiendo hasta mañana. Y sí, es esta hora, y sí, me lo he leído de cabo a rabo. Algún día te hablaré de las declaraciones de familiares varios al enterarse de que escogí filología inglesa, son una risa.

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